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¿Por qué rascarse alivia el picor?

¿Por qué rascarse alivia el picor?

By Redazione

Una picadura, el roce de una pluma, una etiqueta mal colocada… sentir el más mínimo cosquilleo en la piel despierta en nosotros unas ganas irrefrenables de aplacarlo.
¿Quién no ha sufrido por no poder calmar un intenso hormigueo en la espalda? Rascarse -todos lo sabemos- es la mejor solución para el picor; pero, ¿por qué nos
alivia? ¿Qué mecanismos intervienen en esta relación?

Numerosos estudios han analizado este asunto, sin que, hasta el momento, se haya llegado a una conclusión definitiva. Pero, esta semana, una investigación estadounidense arroja un
poco más de luz sobre el tema. Según sus datos, rascarse funciona porque es capaz de inhibir la actividad de un tipo de neuronas de la médula espinal que transmiten, entre
otras sensaciones, la de picor.

Eso sí, tal como explica a elmundo.es Glenn Giesler, principal autor de la investigación, tiene que haber previamente picor para que la simple fricción de la piel sea capaz
de bloquear la actividad de estas células, ya que es precisamente esta última sensación la que las hace ‘sensibles’ al rascado.

«Nuestros datos indican que el picor produce una determinada condición que hace que estas neuronas del tracto espinotalámico [en la médula espinal] se inhiban ante el
rascado», aclara.

Este experto de la Universidad de Minnesota (Estados Unidos) remarca que, tal como ha comprobado su equipo, si no existe previamente un estímulo de prurito, el rascado no produce
ningún efecto sobre estas células.

Los investigadores, cuyo trabajo aparece en las páginas de la revista «Nature Neuroscience», partieron de los resultados de varios trabajos que habían demostrado que el
tracto espinotalámico responde a la actividad de determinados agentes capaces de producir picor y se activaba transmitiendo esta información al cerebro.

Para avanzar en los análisis, estos científicos realizaron un experimento en primates que consistía en analizar su respuesta a la exposición de la histamina, una
sustancia capaz de generar picor.

Sus resultados pusieron de manifiesto que las neuronas de su tracto espinotalámico mostraban una menor actividad en los instantes posteriores al rascado.

En cambio «la actividad de las neuronas no se reducía si el rascado se había producido antes de la exposición a la histamina o en respuesta a otros
estímulos», explican los investigadores en su trabajo.

«Nuestro siguiente paso en la investigación es precisamente comprender cómo se produce ese proceso de inhibición, saber si ocurre por completo en la médula
espinal y qué neurotransmisores están implicados», comenta Giesler.

Sus expectativas son buenas. «Esperamos llegar a encontrar medios – quizás medicamentos o algún tipo de estimulación eléctrica – que sean capaces de poner en
marcha la inhibición que consigue el rascado sin que éste sea necesario, con lo que se evitarían los daños que sufren [algunos enfermos que] necesitan rascarse
continuamente», concluye.

Cristina G. Lucio

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